¿Pensar en el Futuro?
Por: Leopoldo Sánchez Grunert
Decano Facultad de Ciencias Agropecuarias
Universidad Pedro de Valdivia
Francis Fukuyama, el famoso politólogo y sociólogo japonés-estadounidense, en una de sus obras más conocidas afirmó que “el futuro no existe, tan solo lo que hay es una repetición de lo mismo”. En “El Fin de la Historia” Fukuyama defiende la teoría sobre un ser humano todopoderoso con el don del presentimiento, que vive en una época donde las ideologías han desaparecido y han dado paso a una economía neoliberal, ya no existen las utopías y el motor que construye la historia es el liberalismo democrático imponiéndose un pensamiento único, lineal... Pero, no obstante lo que haya dicho o postule Fukuyama, imaginar el futuro es un desafío permanente de muchas corrientes de pensamiento, entre otras, la de los transhumanistas. El término se acuñó en los años cincuenta, pero recién en la década de los 80 surge el concepto actualizado, cuando ciertos artistas y un grupo de científicos entusiastas en el futuro y en los aportes de la ciencia comienzan a organizar lo que hoy día se reconoce como el Movimiento Transhumanista, que propone que los seres humanos ampliemos, ensanchemos nuestras capacidades mentales que potencialmente tenemos, mediante la educación y el libre pensamiento hasta arribar en lo que se ha dado en llamar seres posthumanos.
Este grupo está convencido que el poder de la tecnología y las ciencias aplicadas con intensidad en todos los planos del desarrollo humano, permitirán que evolucionemos a mayor velocidad, e incluso han llegado a postular -cosa que atemoriza- que alrededor del año 2040 prácticamente todas las enfermedades podrán ser controladas gracias al conocimiento rápido y fácil de la secuencia genética de cada persona, lo que lleva a aventurar la derrota de la muerte misma. Se advierte una confianza que asusta, basada en la tecnología, la que permitiría según ellos, dar pasos gigantes en la evolución. Así, tenemos en la actualidad a grupos de pensadores a nivel internacional que valoran de manera sustancial el empleo de la ciencia y la tecnología como sustento de las capacidades mentales y físicas, que permitirán corregir los aspectos negativos indeseados de lo que llaman la condición humana, como por ejemplo las enfermedades, el envejecimiento, el sufrimiento, e incluso la muerte. Frente a lo anterior, resulta fundamental tener presente tanto los riesgos como los beneficios de este movimiento, que Fukuyama ha calificado como “la idea más peligrosa del mundo”, y que Ronald Bailey (editor de la revista Reason) lo considera como “el movimiento que personifica las más audaces, valientes, imaginativas e idealistas aspiraciones de la humanidad”. Intentando hacer una síntesis de este apasionante tema, hay variadas formas de ver el futuro:
- Actuando como el avestruz: escondiendo la cabeza y sálvese quien pueda.
- Ser reactivo: actuar como un bombero que apaga incendios.
- Ser preactivo: se compra un seguro por si se presenta algún evento de riesgo.
- Ser proactivo: crear el futuro.
El tiempo ha avanzado entre la economía basada en los recursos naturales, luego en los recursos financieros y éste ha dado paso en la actualidad al recurso humano (capital humano). La velocidad del conocimiento aumenta en forma exponencial. Debieron transcurrir miles de años entre el surgimiento del lenguaje y el invento de la escritura. Varios siglos entre ésta y el invento de la imprenta. Tan solo décadas entre la radio y la televisión, y sólo años entre ésta y la computación, y entre la computación y las redes como Internet. Hoy, los centros científicos más avanzados del planeta trabajan en nanotecnología (control y manipulación de la materia a nivel de átomos y moléculas), infotecnología (conjunto de tecnologías de la información y de las comunicaciones), cognotecnología (basada en el desarrollo de la inteligencia artificial) y biotecnología (manipulación genética con fines específicos). Estas cuatro disciplinas, son quizás la avanzada que nos permitirá entrar en una nueva etapa de la humanidad. Quienes llevan su amor por la tecnología más allá de los límites de la imaginación, confían que en el futuro ésta será la solución a todos nuestros problemas, que la evolución no ha culminado con el Homo sapiens sino más bien, el Homo sapiens es sólo un eslabón en la cadena hacia algo superior, hacia el ser humano del futuro, y precisamente, el futuro dirá si las cosas eran así, o, una vez más, nos habremos equivocado. Chile no puede quedarse fuera de estas fascinantes propuestas y debe destinar recursos para potenciar la investigación-educación estimulando desde la más temprana edad el espíritu investigativo en nuestra población. Quienes llevan su amor por la tecnología más allá de los límites de la imaginación, confían que en el futuro ésta será la solución a todos nuestros problemas, y que el Homo sapiens es sólo un eslabón en la cadena hacia algo superior.
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